La Silla Vacía
La silla sigue ahí.
Siempre ha estado ahí.
Cada noche, cada día,
esperando.
Al principio no le di importancia.
Un mueble más en la penumbra,
una madera vieja,
un vacío inofensivo.
Pero cada vez que paso,
siento su peso.
No el de la madera,
sino el de su ausencia.
¿Quién debía estar sentado allí?
¿Lo olvidé?
¿O nunca lo supe?
A veces creo ver una sombra,
una forma huidiza en su asiento,
algo que parpadea en el rabillo del ojo
y se desvanece cuando miro.
Intenté moverla.
No se inmuta.
Intenté ignorarla.
No desaparece.
He dejado de sentarme en otras sillas.
Temo que, si lo hago,
alguien más ocupe la suya.
Temo que, cuando al fin me siente...
no pueda volver a levantarme.
