Género: Poesía clásica
Tono: Reflexivo, Melancólico
I
El hombre, débil mártir de su propio fervor,
redime con ausencia lo que fue su rigor.
Sus llamas consumieron lo que pudo ser bueno,
y en su ceniza crece el juicio más terreno.
II
El perdón se concede donde ya no hay calor,
donde el cuerpo no late ni persiste el rumor.
Es la piedad tardía la justicia del necio,
que espera que la muerte le dé un juicio más recio.
III
Si el fuego que devora dejara de buscar,
quizás la paz sería un refugio que hallar.
Mas mientras arde el tiempo en la razón perdida,
el hombre es su verdugo, y la culpa, su vida.
IV
La vela que se apaga ya no deja señal,
y el mundo la bendice por no causar el mal.
Mas el vacío inmenso que su luz no llena,
es eco del deseo que la ausencia condena.