En tu rostro sereno se oculta el infinito,
como un eco silente de un tiempo que se va,
tus ojos son espejos de un sueño que no está,
y en tu piel de marfil, el misterio es un grito.
La perla en tu oído, colgante delicado,
parece un suspiro detenido en el mar,
un destello de luna, eterno y singular,
que guarda entre sus luces el encanto olvidado.
Vermeer te ha captado en un instante leve,
como brisa que pasa sin dejar su razón,
y en tu boca callada hay promesa que duele.
Eres musa y reflejo, silencio y claridad,
una historia que arde en secreto rincón,
donde el arte se queda en pura eternidad.