En la mañana serena,
una gota brilla en el sol,
perla de vida y de sueño,
susurro de un mundo en flor.
Descansa en la hoja tierna,
como un beso de la brisa,
reflejo del cielo eterno,
danza de una paz precisa.
Su caída, suave y callada,
es un canto a lo efímero,
un instante que se escapa,
un suspiro en el tiempo.
En el alba dorada,
la esencia de lo sencillo,
nos recuerda que en lo frágil
se halla el alma del brillo.