La fragilidad del aire
Hay un hilo invisible
que atraviesa la piel de los días,
un sigilo delgado
que sostiene lo que no vemos.
El viento lleva nombres
que nunca pronunciamos,
pedazos de sombras
que se deslizan por la lengua
como si quisieran decirnos
todo lo que hemos olvidado.
Camino entre ruinas invisibles,
ciudades que nunca existieron,
pero cuyas calles siento
bajo mis pies descalzos.
Cada piedra es un latido
de lo que no fue.
Quisiera tocar el aire
y deshacerme en él,
ser tan ligero
como las preguntas
que nunca encuentran boca.
Porque en el vacío
no hay promesas ni finales,
solo la espera infinita
de lo que no llega,
pero que nunca deja de ser.
Aquí estoy,
abierta al abismo del instante,
sabiendo que soy nada
y en esa nada,
todo.
