En el rincón de la infancia dorada,
donde los sueños son libres y tiernos,
con caritas sugestivas y hechiceras,
juegan a ser novios los rapaces, eternos.
Sus miradas, destellos de inocencia,
se cruzan en un pacto silente,
y en el jardín de sus corazones,
florece un amor incipiente.
Manos pequeñas se rozan tímidas,
en un juego de risas y secretos,
y en cada gesto, una promesa,
de un cariño sin lamentos.
En el universo de sus juegos,
no hay fronteras ni distancias,
solo el latido sincero y puro,
de un amor que danza en la infancia.
Susurran palabras mágicas,
en un lenguaje solo de ellos,
y en el brillo de sus ojos,
se reflejan sueños bellos.
Son príncipes y princesas,
en un reino de fantasía,
donde cada día es una página,
de una historia llena de alegría.
Con caritas sugestivas y hechiceras,
conquistan mundos imaginarios,
y aunque el tiempo pase y cambie,
su amor quedará en sus diarios.
En la inocencia del amor primero,
juegan a ser novios los rapaces,
y en cada juego, un recuerdo eterno,
que en sus corazones siempre nace.