Voy a hablarles, compañeros,
de un tesoro sin medida,
que alivia nuestra partida,
y nos da gozo sincero.
La amistad es un sendero
que se recorre sin prisa,
es el calor que se avisa
cuando el frío nos invade,
es la mano que no evade
ni en la noche más imprecisa.
Es la risa compartida
y el llanto en la misma hoguera,
es la voz que siempre espera
y no se siente perdida.
Es la danza en la vida,
y la calma en la tormenta,
es la fe que nos sustenta
cuando todo se desmorona,
es la fuerza que no claudica
y el abrazo que nos aprieta.
Como canto de poeta, digo,
que en la amistad hay riqueza,
es un don de gran nobleza
que en el alma tiene abrigo.
Si encuentras a un buen amigo,
cuídalo con gran esmero,
pues en este mundo entero
no hallas joya más preciada
que esa mano bien amada
en momentos verdaderos.
Por eso amigos queridos,
brindemos por la amistad,
que en la vida, en realidad,
es un bien no dividido.
Con ella, el paso es fluido,
y el corazón va ligero,
es un abrazo sincero
que nos colma de alegría,
y en la noche o en el día,
es el apoyo certero.