Se acortan mis palabras si hoy intento llamarte,
quise hallarte en la brisa, en la sombra, en la voz,
pero el tiempo, cruel testigo, prefirió silenciarte,
y en su mudez hiriente me dejó sin tu adiós.
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Atravesé la noche con fervor desbordado,
pensando en tu risa, en tu cálida mirada,
pero el eco del viento, despojado y callado,
me devolvió el vacío de una espera frustrada.
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En la incertidumbre de un instante perdido,
suspiré preguntas al abrigo del viento,
¡Oh, si pudieras ver lo que hoy he sentido!
Mi alma es un faro buscando tu aliento.
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Y en la nostalgia que se posa en mi pecho,
la dulce memoria de mi madre regresa,
sus palabras, refugio de amor tan estrecho,
me enseñan que el olvido jamás me atraviesa.