Déjame decirte, al borde del viento,
palabras tan suaves que nadie oirá,
como un murmullo que en el pensamiento
nace despacio y luego se va.
Te hablaré del tiempo que nunca regresa,
de noches perdidas en algún rincón,
de amores que duelen, de sueños sin mesa,
de aquello que calla el corazón.
Será un susurro que apenas te roce,
como el rumor de olas al morir,
y cada palabra será como doce,
un secreto que no ha de huir.
Te diré que el amor es un lazo frágil,
como un hilo de seda en manos de azar,
y que a veces vivimos sin rumbo ni mástil,
buscando puertos que no han de llegar.
Quiero que escuches, sin prisa ni miedo,
las cosas que nunca me atreví a contar,
porque en tus silencios, más que en mis ruegos,
encuentro la paz que no supe hallar.
Al oído, amor, te hablaré en suspiros,
como quien confiesa bajo el albor,
para que entiendas que en estos latidos
late un deseo que es puro temblor.