En el manto nocturno, la luna brilla,
su fulgor plateado acaricia el alma,
despierta susurros en la mente sencilla,
y despierta en el corazón una calma.
A través del firmamento, ella se alza,
un faro celestial en la oscuridad,
sus rayos suaves, como caricias, abrazan,
y en el alma dejan una huella en verdad.
La luna, esa musa que inspira los sueños,
con su resplandor y su aura serena,
nos envuelve en un halo de misterios,
y despierta en nosotros la pasión más plena.
Suspiramos bajo su mirada brillante,
mientras nuestras almas se llenan de anhelo,
nos conectamos con el cosmos vibrante,
y en su reflejo encontramos consuelo.
La luna, confidente de historias secretas,
testigo de amores y penas ocultas,
en su presencia, el alma se renueva,
y en su luz, las heridas se curan y se ocultan.
Ella nos susurra versos en silencio,
nos guía en la noche con su resplandor,
nos invita a soñar en su eterno recinto,
y nos transporta a un mundo de amor.
La luna, reflejo del alma en lo profundo,
despierta en nosotros la sensibilidad,
nos envuelve en un abrazo tan rotundo,
y nos empuja a explorar nuestra realidad.
Bajo su influjo, el alma se expande,
se eleva y se funde con el universo,
somos poetas que en su luz se desprenden,
y en su magia, encontramos nuestro verso.
Oh luna, guardiana de los sueños y anhelos,
tu efecto en el alma es un bálsamo divino,
brillas en lo más íntimo de nuestros vuelos,
y nos conectas con lo sagrado y genuino.
Que tu luz siga inspirando en cada momento,
que tu influencia guíe nuestros pasos,
luna, amiga eterna, poema en movimiento,
en tu esencia encontramos nuestros abrazos.