Niebla suave cubre la ciudad
las calles susurran un viejo cantar,
y el Sena avanza con calma y humildad.
Un reloj marca el paso sin cesar,
los cafés despiertan con aroma y calor,
bajo un cielo que parece llorar.
Sombras largas dibujan su color,
la Torre vigila, inmensa y callada,
y el aire se llena de un dulce sabor.