En la brisa del atardecer,
fugaces momentos se mecen.
Suspiros que llegan a florecer,
instantes que la vida ofrece.
Destellos de luz que se escapan,
entre sombras que se difuminan.
Memorias que el viento arrebata,
mientras el alma se ilumina.
Susurros que el corazón atesora,
suspendidos en el limbo del tiempo.
Latidos que resuenan en cada hora,
eco de un pasado que sigue viviendo.
En la cadencia de las hojas al danzar,
se ocultan secretos que el alma revela.
Historias que esperan ser redescubiertas,
en el fugaz correr de la vida que vuela.
Calidez de abrazos, miradas que se encuentran,
destellos que se funden en la noche estrellada.
Recuerdos que el alma con fervor encierra,
pues son la esencia de una vida plena y amada.
Fugaces, efímeros, los momentos se escapan,
mas dejan su huella en el corazón que los guarda.
Y es ahí, en lo etéreo de esos instantes,
donde el alma aprende a amar, a vivir y soñar.