Un arco
que no es puente,
que no cruza,
que no pesa.
Solo existe
en el momento
que el agua y la luz
se abrazan.
Pero no dura.
El cielo se despeja,
el color se apaga.
Lo eterno es una ilusión
pintada en el aire.
Y aún así,
miramos.
Esperamos.
Deseamos el regreso
de aquello que sabemos fugaz.
¿Es esto la esperanza?
¿Un eco de lo irreal?
¿O somos nosotros,
siempre buscando belleza
en lo que no se puede sostener?
El arcoíris no es nada,
y lo es todo.
Una promesa sin voz,
un instante sin peso,
un recordatorio
de que mirar es suficiente.