En la sombra de la noche callada,
mi alma llora sin explicación,
el viento lleva las promesas rotas,
y en mi pecho arde la desolación.
Ay, saudade, ven a mí sin consuelo,
llévame donde no exista el ayer,
que este fado, nacido del duelo,
sólo sabe cantar y perder.
Los faroles murmuran lamentos,
las piedras guardan pasos sin fin,
y en las tabernas, entre los silencios,
tu nombre resuena, cruel y ruin.
Ay, saudade, ven a mí sin consuelo,
llévame donde no exista el ayer,
que este fado, nacido del duelo,
sólo sabe cantar y perder.
Si la luna pudiera abrazarme,
si el mar me dejara olvidar,
quizás la tristeza al marcharse
me diera otra forma de amar.
Ay, saudade, quema lento mi pecho,
llévate el alma si no va a volver,
que este fado, de amor deshecho,
canta por siempre al dolor de perder.