Doña Prudencia se fue de parranda,
Dejando al marido sin ropa interior.
Él salió a buscarla en calzones de panda,
Causando en las calles tremendo furor.
El cura del pueblo se unió a la fiesta,
Olvidando su Biblia y su castidad.
Bailó sobre mesas con gran desfachatez,
Mostrando a todos su nueva libertad.
La alcaldesa gritaba: “¡Que viva el desmadre!”
Mientras se tragaba un litro de ron.
El pueblo entero la vio hacer alarde,
De un baile impropio que causó sensación.
Y así terminó este cuento loco,
Con risas, vergüenzas y algún moretón.
Moral de la historia: diviértete un poco,
Que la vida es corta y escasa la diversión.