Eres la pausa que calma mis tormentas,
el suspiro entre la risa y el silencio,
la certeza que arrulla mis noches
y el latido que marca mi camino.
Tu piel es refugio,
hogar en donde encuentro mi nombre,
y tu voz, la melodía
que me devuelve la fe en los días comunes.
Amarte es como respirar hondo,
llenar mis pulmones de eternidad
y ver el mundo más nítido,
más nuestro, más posible.
Contigo, el tiempo no se mide en horas,
sino en miradas, en besos sin prisa,
en la danza sutil de los abrazos
que dibujan futuros en el aire.
Eres la historia que quiero contar mil veces,
la promesa que no necesita palabras,
y yo, un verso más en tu poema eterno,
feliz de rimar mi vida contigo.