Traigo en las manos
retazos de sueños que encontré en tus ojos,
tus risas deshilachadas en la almohada
y un suspiro que olvidaste al marcharte.
Te llevaste de mi sombra
el rastro de mis pasos más lentos,
mi canción sin letra,
y el silencio cómplice que compartimos
bajo la luna herida de abril.
Entre lo tuyo y lo mío
se mezclan las distancias,
como hilos invisibles que atan
las palabras que nunca dijimos
y los abrazos que se quedaron en promesa.
Tu nombre resuena entre mis cosas,
como el viento enredándose en las ramas.
Y lo mío, perdido en tus bolsillos,
se hace polvo de recuerdos
que brillan cuando la noche se alarga.
No sé si es tuyo el olvido
o mío el deseo de volver,
pero en este intercambio de ausencias
somos dos mitades que buscan completarse
en un rincón sin tiempo ni despedida.
¿Será que todo lo nuestro
es solo una ilusión entrelazada?
Algo tuyo se queda en mí
y algo mío, como siempre,
se va contigo sin retorno.