En esta oscuridad sin fin, una esperanza renace,
Aunque el sendero sea espinoso, tu luz abraza.
Tus manos suaves acarician mi faz,
En este trance eterno, mi alma se enlaza.
La noche se llena de un tenue destello,
Aunque el camino sea largo, contigo no temo.
Las espinas del pesar se tornan en consuelo,
Pues tu presencia desvanece cualquier desvelo.
Mi corazón late al ritmo de tu latir,
En este abrazo infinito, quiero existir.
En la penumbra del desconsuelo, encuentro el sendero,
Guiado por tu luz, mi esperanza nace nuevo.