La Rutina
El despertador suena, un zumbido metálico
que te arranca del sueño, un golpe de realidad.
Te levantas, bostezas, la cama fría,
la rutina te espera, implacable, como un destino.
Cafecito amargo, pan duro, noticias tristes,
el tráfico infernal, un mar de autos grises.
La oficina, un cubículo, un escritorio vacío,
el teclado, una jaula, donde la mente se aísla.
El reloj avanza, las horas se arrastran,
el trabajo, un tormento, la mente se distrae.
La hora de almuerzo, un respiro fugaz,
la comida rápida, un sabor sin alma.
Vuelves al trabajo, la tarde se extiende,
la fatiga te invade, el cuerpo se desgaja.
El tráfico de regreso, un infierno de acero,
la casa te espera, un refugio de cemento.
La cena, la televisión, la cama, el silencio,
un ciclo que se repite, un eterno vacío.
La rutina te atrapa, te consume, te ahoga,
un laberinto sin salida, una vida sin alma.
Pero en la noche, cuando el silencio reina,
un pensamiento despierta, una llama que se enciende.
La esperanza, un susurro, un eco en la distancia,
un deseo de libertad, un grito de rebeldía.
Tal vez mañana, tal vez después,
la rutina se quiebre, el ciclo se rompa.
Tal vez un día, la vida te encuentre,
y te lleve a un camino, donde la libertad te espera.
