Danza Tormentosa
Allá en un palco de fuego,
mi pena baila descalza,
con cada paso que alza
deja huellas de su juego.
En las llamas, sin sosiego,
gira en danza tormentosa,
su silueta dolorosa
se dibuja en el ocaso,
mientras el tiempo, a su paso,
la contempla silenciosa.
Con cada paso que alza
mi pena en su ardiente escena,
el corazón se condena
a un tormento que se ensalza.
El fuego su piel realza,
en un baile de amargura,
donde cada quemadura
es un verso sin consuelo,
y en este ardiente desvelo,
se consume su dulzura.
Deja huellas de su juego
en las cenizas del alma,
donde ya no existe calma,
solo un doloroso apego.
En este ardiente trasiego,
mi pena sigue danzando,
sus pies descalzos rozando
las brasas de la memoria,
escribiendo así la historia
de un corazón agonizando.
En las llamas, sin sosiego,
mi pena sigue su danza,
perdida ya la esperanza
de hallar algún día sosiego.
El fuego, su fiel testigo,
ilumina su figura,
revelando la tortura
de un amor que ya no es,
mientras ella, en su estrés,
baila su propia locura.
Allá en un palco de fuego,
donde el dolor es el rey,
mi pena, sin otra ley
que su propio desapego,
baila un eterno despego
de todo lo que una vez amó.
Y aunque el tiempo ya pasó,
ella sigue, incansable,
en su danza interminable,
pues el fuego no se apagó.
