Florezco como el alba entre las grietas,
como la almendra al beso del febrero,
dejando atrás lo oscuro y lo severo,
buscando luz en ramas ya completas.
Dentro del tronco viejo hay marionetas,
escarabajos, surcos, su aguacero,
siguiendo un ciclo austero y duradero,
tejiendo sombras bajo hojas discretas.
Como el cincel que en mármol se despierta,
como el poeta en su callada guerra,
tallo palabras que la vida injerta.
Y ha de seguir mi canto, aunque se aferra
la dura piedra al tiempo que la cerca,
mientras la almendra sangra en primavera.