Evanescente es la noche ensimismada,
se apaga lenta bajo un cielo sabio,
y en la primera luz de la alborada
despierta el beso, dormido en tu labio.
Incandescente brilla el nuevo día,
como un destino que forja su camino,
y en cada paso traza la armonía
entre lo incierto y lo escrito por el sino.
Si el tiempo es bruma que se desvanece,
tu voz es faro que guía y sostiene;
la vida surge donde el alma mece.
Que en este encuentro el amor nos serene,
pues nada escapa al lazo que estremece,
cuando el destino al corazón contiene.