Yo no hablo del norte del que hablan los turistas
De playas perfectas, de fotos precisas,
de un sol que se entrega sin cobrar nada,
de luces pintadas en postales doradas.
No, yo hablo del norte de arena y sudor,
del canto del viento que susurra dolor,
del mar que no solo da vida y riqueza,
sino historias profundas cargadas de tristeza.
Hablo del rostro quemado del pescador,
de la sal en las manos, del viejo motor,
de las casas que abrazan tormentas de arena,
y de corazones que enfrentan cadenas.
No es el norte del brillo de hoteles dorados,
es el de los niños descalzos, callados,
de las mujeres que rezan al anochecer,
con fe en el cielo y miedo a perder.
Este es el norte que no cuenta el turista,
el de los vientos, la lucha, la arista,
el que guarda su esencia en un rincón profundo,
el verdadero norte, de otro mundo.