En la orilla del mar,
donde el horizonte se funde con el cielo,
las olas susurran secretos antiguos,
y el viento teje historias de libertad.
El agua, un espejo infinito,
refleja los colores del alma,
sus profundidades guardan misterios,
que solo el corazón puede desentrañar.
Las gaviotas, mensajeras del viento,
danzan en el aire con gracia,
sus cantos son ecos de un mundo lejano,
donde la belleza y la paz coexisten.
En las arenas doradas,
los pasos se convierten en versos,
cada huella es un testimonio vivo,
de una vida que busca su propio camino.
El mar, un poema en movimiento,
donde cada ola es una estrofa,
un canto a la vida y a la esperanza,
un himno a la belleza eterna.
Pero en sus aguas, también se reflejan
las sombras de la humanidad,
basura flotante, peces atrapados,
un grito de dolor que el viento no puede silenciar.
Sin embargo, en la espuma blanca,
brota terca la esperanza,
como una flor en el desierto,
un murmullo de resistencia y renacimiento.
En el canto del mar,
en el susurro de las olas,
en el latido del horizonte,
está la promesa de un mañana,
donde el mar y el hombre,
puedan vivir en armonía.