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ElidethAbreu

Ecos del trigo

 
 
 
Las manos labran la tierra,
pero es el sudor quien canta,
y la espalda se vuelve monte,
cargando el sol que arde.
 
Los ojos son caminos,
surcos donde el cielo muere,
pero basta un grano dorado
para que nazca el hambre.
 
La casa es más que sus muros,
es el fuego y su aliento,
es el rincón de los silencios
y la sombra del tiempo.
 
Y cuando la boca nombra al pan,
es el campo quien responde,
pues no hay trigo sin raíces,
ni raíces sin hombres.

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