Ecos del camino
El viento cruza la loma serena,
arrastrando hojas que danzan sin fin,
mientras la tarde se torna dorada,
como un suspiro al borde del jardín,
que se oculta al final de la jornada.
Cantan los ríos su eterno lamento,
y las rocas guardan silencio sutil,
pues el agua, al pasar, deja su herida,
como un adiós en su paso febril,
que se pierde en la noche sin medida.
La luna tiñe de sombras la senda,
y las estrellas vigilan sin voz,
dejando trazos de luz escondida,
como un secreto que suelta veloz
el eco que regresa en su partida.
Este poema sigue la estructura solicitada: tres estrofas de cinco versos cada una, con el tercer verso rimando en consonante en el esquema 5a, 5b, 7c, 7a, 7b. La métrica busca mantener un tono fluido y lírico, evocando imágenes de la naturaleza con un aire de nostalgia.
