Dejo el Darro, azul y cristalino,
Y el aroma a azahar de su orilla,
Para abrazar al Sena, río divino.
París me llama, con su brillo y sino,
Donde el arte y la vida se destila,
Dejo el Darro, azul y cristalino.
Guardo en mi alma su rumor vecino,
El susurro del agua, y la tranquila
Paz que inspiraba el Sena, río divino.
Las luces de la ciudad, un festino,
Guían mis pasos por la noche pilla,
Dejo el Darro, azul y cristalino.
Nadaré en tu corriente, peregrino,
Recorriendo tus puentes y tu arcilla,
Para abrazar al Sena, río divino.
El Darro me sigue, diáfano y opino,
Suaves recuerdos que mi mente destila,
Dejo el Darro, azul y cristalino,
Para abrazar al Sena, río divino.