Verdes campos, ríos cantores,
pintorescas montañas alzadas,
fieles testigos de las jornadas
de la tierra y sus seres mejores.
La brisa trae suaves olores,
que el alma llenan de alegría,
y en la silenciosa armonía,
se escuchan las voces vibrantes
de aves, insectos y plantas,
en un coro de melodía.
Majestuoso océano azul,
que besa playas con su espuma,
reflejando el cielo en su bruma,
eres la fuerza y la quietud.
Tu inmensidad nos da la actitud
de humildad ante lo sublime,
y tu rumor eterno exprime
la esencia de la vida plena,
que en tus olas se serena,
y en nuestras almas se imprime.
Imponente cima nevada,
eres la prueba del poder
que la naturaleza puede tener,
en tu belleza congelada.
Eres la fuerza no domada,
que nos recuerda nuestra insignia,
y en tu grandeza, la consigna
de respetar lo que nos rodea,
para que tu esplendor no se vea
jamás mancillado o ajado.
Generoso bosque frondoso,
con tu sombra nos das cobijo,
y en tu regazo, el ser prolijo
encuentra refugio amoroso.
Eres un mundo misterioso,
lleno de vida y de secretos,
donde los seres más discretos
viven en armonía y paz,
y tu susurro, que nos trae
sabiduría y sus efectos.