Décima Espinela de Pérdida
En el silencio de un llanto,
donde el alma se quebranta,
se oye un suspiro que canta
un dolor profundo y santo.
En el corazón un manto
de tristeza se despliega,
y la vida se me entrega
con recuerdos en cadena,
y una lágrima serena
que en mi rostro se despliega.
La ausencia deja un vacío,
un abismo en el camino,
y en el viento va el destino
de aquel amor tan mío.
En la sombra de este frío,
busco tu risa perdida,
y en la noche tan herida
solo encuentro soledad,
y una amarga realidad
que atraviesa mi vida.
Tus palabras ya no están,
tu voz se ha vuelto silencio,
y en mi pecho siento el peso
de un adiós que no se va.
Tu recuerdo vivirá
en cada rincón del alma,
y aunque el tiempo trae calma,
tu esencia no se olvida,
serás siempre la partida
que el corazón nunca sana.
Cada día es un suspiro,
una lucha con la espera,
una herida que no cierra
aunque el sol brille en el giro.
En el eco de tu risa miro
un consuelo que no llega,
y en la calma me doblega
el deseo de encontrarte,
y en los sueños abrazarte
aunque el dolor me anega.
Pero sé que en algún lado,
donde el cielo es infinito,
tu espíritu bendito
nos cuida siempre a nuestro lado.
Y aunque el duelo nos ha marcado,
tu luz nos ilumina,
como estrella que camina
en la noche más oscura,
serás siempre la ternura
que en mi corazón germina.
