Cada día al despertar,
en mi corazón te llevo,
y en cada paso que apruebo,
tu recuerdo es mi cantar.
En la mesa al almorzar,
una vela siempre enciendo,
y en el aire voy tejiendo
con palabras tu presencia,
que me da fuerza y paciencia
para seguir sonriendo.
Tus fotos en cada esquina,
como faros me iluminan,
y tus frases me dominan
como brisa vespertina.
En el jardín, la rutina
de cuidar tus flores bellas,
me conecta con estrellas,
donde sé que tú vigilas,
y en mis sueños siempre anidas,
dándome paz en centellas.
Cuando el día va acabando,
cierro los ojos y siento
que en el soplo de un momento
tu voz me sigue guiando.
En mis rezos voy dejando
una súplica sincera,
que en la noche más austera
me acompañes y me cuides,
y aunque el tiempo nos divide,
tu amor en mí persevera.
En las risas compartidas
con amigos y familia,
tu espíritu brilla y brilla
como estrella en nuestras vidas.
Tus historias no se olvidan,
las contamos con cariño,
y en cada pequeño niño
veo tu esencia renacer,
y así logro comprender
que en mi vida estás, mi niño.
Cada acto es un homenaje
a tu vida y tu legado,
en mi pecho has habitado
como eterno equipaje.
En el cielo, un hermoso anclaje
de amor y de esperanza,
que me da la confianza
de que siempre estarás cerca,
y en mi alma, la luz que alberga
tu memoria se afianza.