¿De dónde saco fuerzas? De tu risa,
del eco suave que en mi pecho anida,
de la caricia que mi alma improvisa
cuando la noche tiembla, detenida.
Las saco del suspiro de la aurora,
de un rayo de luz roto en la arboleda,
de la esperanza que jamás se evapora,
aunque en mis pasos la fatiga pueda.
Las saco de la brisa que me nombra,
del río que murmura su corriente,
del tiempo que renueva lo que asombra
y siembra un sueño en cada alma ausente.
¿De dónde? De tus ojos, de su calma,
de tu verdad que en mí dejó su anclaje,
de la raíz que se aferró a mi alma
y de la fe que siempre es su paisaje.