¿Cómo decir adiós si aún persiste
la sombra de su voz en mi memoria?
Si el tiempo, en su compás, jamás desiste
de hurgar en lo perdido su victoria.
No puedo despedir lo que resiste
como un fulgor de ausencia transitoria,
ni hallar final en lo que solo existe
como un susurro eterno de la historia.
El viento lleva hojas, mas no olvido,
ni arranca la raíz de su morada;
el eco queda en el rincón dormido,
y aunque la ausencia deje su estocada,
el adiós es un labio que, rendido,
calla frente a la herida incurada.