Guarda tus sueños como el sol a su llama,
no dejes que el frío te apague el anhelo,
pues cuando el sueño muere, ya no hay cielo,
ni tierra firme donde el alma se inflama.
Un sueño roto es como un ala herida,
como un río seco, como un campo en ruinas,
es caminar sin rumbo, entre espinas,
sin meta clara, sin fuerza, sin vida.
Sostén el sueño con manos valientes,
aunque el mundo intente llevarlo lejos,
aunque la sombra te cubra de frente.
Porque en ese sueño habitan reflejos
de la vida entera, de pasos ardientes,
y en él hallarás tus propios espejos.