En la penumbra del bosque sereno,
las luciérnagas escriben con luz.
Cada destello un susurro eterno,
un mensaje que el viento traduce.
Las hojas murmuran secretos antiguos,
mientras la noche se viste de calma.
Los sueños flotan en susurros tranquilos,
hilvanando historias en la madrugada.
El río canta su melodía suave,
llevando consigo reflejos dorados.
Las estrellas observan desde lo alto,
como testigos de un pacto sagrado.
En este rincón de magia y silencio,
las luciérnagas trazan senderos de paz.
Iluminan el alma con su danza lenta,
bordando la noche con hilos de claridad.
Un suspiro se escapa entre los árboles,
una promesa que nunca se olvida.
Las luciérnagas guardan las palabras,
de una carta escrita en la brisa.
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Destellos de luz en la noche,
brillan como secretos susurrados.
Luciérnagas que tejen un mensaje,
en el manto oscuro del prado.
Cada parpadeo, una palabra,
cada vuelo, una frase que se eleva.
Formando un texto luminoso,
en un idioma que el alma comprende.
Letras que danzan entre las sombras,
narrando historias sin pronunciar.
Un lenguaje hecho de fuego efímero,
que ilumina la quietud del lugar.
Vuelan libres, como pensamientos,
buscando encontrar su destinatario.
Portadoras de un mensaje secreto,
escrito en el lenguaje del silencio.
Bajo la luz de las estrellas,
las luciérnagas abren su carta.
Revelando un mundo de emociones,
que solo la noche puede guardar.
Un poema escrito a pinceladas de luz,
en la tela oscura del firmamento.
Palabras que brillan y se desvanecen,
como el eco de un sentimiento.