Oh, alma mía, ¿dónde hallar la paz?
El peso del mundo me agobia sin cesar.
En la oscuridad, busco una luz que guíe,
un rayo de esperanza que vuelva a iluminar.
Camino a tientas, con el corazón oprimido,
anhelando encontrar un refugio seguro.
La tormenta ruge y las dudas me acorralan,
mas sé que hay un puerto más allá del muro.
Escucha, oh Ser Supremo, mi humilde plegaria.
Extiende tu mano y alza mi espíritu herido.
Déjame hallar en Ti el consuelo y la gracia
que calmen la angustia de este peregrino.
Que tu amor infinito envuelva mi alma,
y la guíe hacia la luz de un nuevo amanecer.
Sanaré estas heridas, renaceré de la calma,
y volveré a cantar con renovado placer.