Por el sendero oscuro del bosque que no calla,
camina un alma errante buscando su lugar;
el río, como un canto, recorre la muralla
de árboles que tiemblan al viento sideral.
Las hojas cuentan siglos de historias olvidadas,
susurros que el crepúsculo vuelve a despertar;
y en las estrellas blancas, dormidas y apagadas,
se esconde aquel secreto que no se puede hallar.
El aire es un presagio de mundos infinitos,
un hilo que nos une con lo que va a venir;
la luna, silenciosa, refleja los mitos,
y el tiempo en su lamento se empieza a derretir.
Oh bosque interminable, oh río que no cesa,
conduce mis latidos hasta la eternidad;
que en tu canción antigua descanse mi tristeza
y en tu sombra se pierda toda mi soledad.