El ruiseñor, con trino melodioso, Un coro atento cautiva con su cant… El búho, envidia su talento valios… Su voz nocturna, un lamento quebra… El ruiseñor, un maestro del canto,
Tus olas desafían mi calma en el d… y mi azul te contempla, sereno y e… En tu furia me hallo, tan libre co… y en mi quietud te pierdes, amante… Eres rumor de sal que murmura en e…
Un niño ríe, su risa un canto, Mientras una mujer llora en silenc… Contrastes de la vida, un quebrant… Que el tiempo cura, aunque con rec… El niño juega, ajeno al dolor,
Esperando tu llegada, el tiempo pa… Lento, cual sombra que se alarga a… Y en mi alma un profundo anhelo cr… Que nada puede calmar, nada consol… Ansío el momento de verte llegar,
No hubo adiós, ni ruptura declarad… tan solo el eco mudo de un silenci… dejé de ir y tú, de dar inicio; la ausencia fue la forma disimulad… Reí con tus mensajes del pasado,
En la noche nacía un perfume de estrellas apagadas, y el alma, en lejanía, bebía entre las hadas el vino de las fuentes encantadas.
Si acaso supiera que existes, amaría la vida en exceso. Pues en busca tuya iría con tesón y arrojo dispuesto, siguiendo tu aroma y tu estela
A ti, mi voz, mi arpa adorada, Confío mis secretos, mis anhelos. En tus cuerdas vibran mis sueños, Y tus notas alivian mis duelos. A ti, mi llanto, mi suspiro amante…
En el lienzo de tus palabras, nost… Tibieza que envuelve el alma, como… Prosas que evocan recuerdos, como… Susurrando secretos que el tiempo… Como el sol poniente, tu escritura…
Me hubiera gustado conocer a Jesu… Me hubiera gustado conocer a Jesu… sentarme a su lado, mirarle de cer… ver en sus pupilas un fuego distin… sentir su palabra tan honda y tan…
Hoy me desperté con la misma rutina de siempre: el café, la ducha, el espejo que me mira
Si el viento lleva mi melancolía, y en su susurro queda mi lamento, piensa que aún en lágrimas intento buscar la luz que un día fue la mí… Si el alba, al despertar, me olvid…
Bajo el alba sagrada se enlaza un… las campanas resuenan con eco de a… Dos caminos se funden en dulce cam… juramento impasible de eterno fulg… Las estrellas vigilan el lazo sagr…
Había una vez en la sala una silla de patas flacas, que al sentarse la abuela mala gritó más fuerte que maracas. La silla, pobre condenada,
He aquí la luz, la voz serena, la flor que amena despierta en cruz. Brilla en su arcano,