Cuando contemplo la belleza de este paisaje,
Donde cada elemento parece respirar en sintonía,
Siento que mi alma se eleva y se hace más salvaje,
Pues en ella se refleja tu esencia, amada mía.
Las aguas cristalinas que corren presurosas
Me recuerdan la pureza de tu ser sin mancha,
Que cual fuente de vida, siempre generosa,
Nutre mi espíritu y mi corazón ensancha.
Las flores que adornan los verdes prados
Me evocan la belleza de tu rostro divino,
Que cual pétalos de rosas, me tiene hechizado
Y despierta en mi pecho un amor peregrino.
El canto de los pájaros en la arboledas
Recuerda la dulzura de tu voz serena,
Que cual melodía celestial, me enreda
Y mi alma de gozo y dicha llena.
La firmeza de los árboles centenarios
Me trae a la mente tu porte erguido,
Que irradia fortaleza, como los pilares
Que sostienen mi mundo, mi único refugio.
El suave aroma que exhalan las flores
Me evoca la esencia de tu ser divino,
Que impregna de gracia y de mil dulzores
Cada rincón de este edén de mi camino.
En esta naturaleza bella y armoniosa,
Veo reflejada tu esencia maravillosa;
Aquí, en este edén, mi amada reposa,
Y su presencia lo vuelve todo luminoso.
Esta conexión íntima entre tú y el entorno
Me inspira a expresar mi amor más profundo,
Pues siento que en este bello y mágico contorno,
Nuestras almas se funden en un lazo sin segundo.
Amada mía, en este edén me encuentro,
Envuelto en la armonía que tu esencia me brinda,
Y mi amor por ti se eleva como un fuego ardiente,
Que en la belleza de la Naturaleza se aviva y se rinda.