El Parnaso divorciado de mis versos,
ha roto con su gracia la balanza,
y en el pesar del arte la esperanza
se ahoga entre sus sueños más diversos.
Los dioses ya no prestan sus inversos,
sus himnos han perdido la pujanza;
la musa que abrazaba mi confianza
se marcha a laberintos más perversos.
¿En dónde hallar la llama que me guía,
si el cielo se desgarra en su abandono
y el eco de mi voz se desvanece?
Mas dejo que el dolor sea mi armonía,
pues del alma, en su silencio no razono.
el arte es tempestad que siempre crece.