A Rosario Bersabé poeta Sevillana
En tus versos, Rosario, Sevilla se enciende,
como un río profundo que nunca se apaga,
lleva brisa y jazmín, esperanza y quebranto,
en susurros eternos que el viento rescata.
Cada letra es un eco de duende y de arte,
una danza de sombras en clara mañana,
que transforma en latidos la vida silente
y dibuja en el aire su voz soberana.
Tu palabra es un faro de noche encendida,
una hoguera que alumbra los sueños al mar,
un refugio que abraza la risa y la herida,
un poema que siempre nos vuelve a encontrar.
Llevas dentro el misterio de lo andaluz viejo,
la pasión de la tierra y del cielo estrellado,
cada verso refleja la historia latente
de un sentir milenario que nunca ha callado.
Entre sombras, tus rimas dibujan caminos
y tus letras se abren como flor temprana,
canta en ellas Sevilla su voz infinita,
con el eco profundo que el alma desgrana.
Eres canto y raíz, eres viento que llega,
un reflejo del tiempo que sabe vivir,
una luz que en los patios florece sincera
y en la fiesta del arte te deja existir.
Rosario, en tus versos el sur se despierta,
se desbordan los ríos de amor y de duelo,
en tu estrofa palpitan los sueños heridos,
y la luna se asoma prendida en tu cielo.
Sevilla se adorna con tu poesía,
te recita en el viento como a flor sagrada,
porque en ti se eterniza lo bello y lo cierto,
una voz que atraviesa la sombra callada.
Eres canto, poeta, esencia de vida,
una huella imborrable que al alma da fe,
y en los versos que dejas, Rosario querida,
para siempre Sevilla encendida en tu arte se ve.
