En alto vuelo el alma se levanta,
cual águila que roza el firmamento,
con pecho firme al trueno y al tormento,
que al miedo vence y nunca se quebranta.
La sangre ardiente, como llama santa,
enciende en el deber su noble intento,
y marcha con honor, sin fingimiento,
pues gloria a quien su espíritu agiganta.
La historia canta hazañas inmortales,
del héroe que en su lucha no se rinde,
y al débil da sus fuerzas celestiales.
Que el mundo al bravo siempre lo deslinde,
y el eco de sus gestas ancestrales
en siglos de memorias abismales.