A Carmen Martín Gaite
(En el rincón de las palabras susurradas, donde la memoria hilvana historias sin tiempo.)
Carmen,
te alzaste entre los días grises
como un rumor de callejuelas
donde la voz de la infancia
se enreda en el musgo de la nostalgia.
Con pluma ágil deshiciste la niebla,
las sombras que la costumbre
tejió sobre las vidas sin historia,
y en cada libro, en cada sueño,
fuiste bordando refugios de papel.
Te imagino aún en aquel café,
cercada de diálogos y espejos,
con el murmullo de tus personajes
brotando como un manantial,
ajenos al tiempo y a sus prisas.
Narraste la soledad con manos tibias,
con ojos abiertos a la luz de lo humano,
y en tu estela nos dejas
el mapa de la memoria,
las esquinas de la verdad compartida.
Carmen,
sigues viva en las palabras,
sigues latiendo en cada historia
donde alguien busca su propio nombre
en las páginas de la vida.
