En el peor de los casos,
cuando llegue el dichoso día,
y tenga que abrir la puerta;
al enfrentar esta vida incierta,
comenzare a transitar,
despacito y por las piedras,
un camino conocido;
a seguir mis propias huellas.
Las tengo enfrente mío,
no me puedo equivocar,
no debo seguir ni doblar,
en la esquina o en el medio,
y terminar otra vez
en el cementerio.