POESÍA JAPONESA
El jardín níveo pétalos de jazmín blanquean su pelo trenzas de flores albas ciñen su bella cara.
Bebés que lloran en aquella habitación blanca como la luna. Alba la enfermera los mira y cantando
Tengo la intuición de que el cielo no es para los dos tengo sueños y en ellos no estás, mis besos no son pa ti nunca contigo me comprometí,
Noche de luna su cuerpo se movía silencioso en aquel bosque el corsé le ceñía la cintura y aumentaba su pecho
Creo en nuevas oportunidades, en e… Creo en mi, con mis errores, mis d… Creo que puedo amarme ya, que es t… Creo en los ataques de risa y llan… Creo en el arte de besar el cuello…
Cariño, nunca dejes de buscarme cuando la soledad te coma no importa que no me ames siempre serás mi amigo. No sé como decirlo
Todos tenemos deudas que pagar todos tenemos recuerdos perturbado… todos alguna vez tenemos el deseo… todos tenemos un corazón al que ll… Todos hemos sentido una lujuria qu…
Hablan sus ojos, cuentan historias… cuando los abre de par en par veo felicidad en ellos, están tan abiertos que sonríen. Y, ¡Esa mirada de sorpresa!
Desnuda, tumbada en la fría lápida sintiendo la piel erizada veo la hermosa noche, llegar, lirios morados decoran la tierra fuegos fatuos la iluminan.
No hay ya suspiros, se los llevó la tierra, lágrimas van: al río del silencio, donde fluya la muerte.
¡Bendito seas! Contigo no hay miedo, hasta dormido me envías cartas de amor, ¿cuándo la escribiste?
Nunca había oído tanto silencio, mi carne blanca como nácar reluce hambrienta del sonido de una mano recorriéndola. No veo la oscura noche,
Estoy cayendo tu mano ya no me sujeta, hoy tengo la tristeza besando mi boca, el cuervo me observa
Ay, arrebol sombreando elefantes, bajo la luna. Profunda África extendiendo sus alas.
Máquina rosa bordaba las cortinas las flores miran Pagoda sola entre árboles y flores