Rubén Darío

Parodi

Dio luz a sus estrofas el cielo azul de Italia,
Le atrajo con su inmenso fulgor el gran París;
Ciñeron su cabeza los lauros de la Galia
Y fueron sus hermanos los hijos de San Luis.
 
Las máscaras le dieron las Gracias de Tesalia;
Cantó el valor, un astro; y la virtud, un lis.
Y luego dio a los vientos su rítmica faunalia,
Y el cielo, antes rosado, tornose cielo gris.
 
Los gritos de su carne son gritos de bacante,
Las voces de su alma dan vida a la ilusión;
A la esperanza muerta, levántala radiante,
 
De su péctide helénica al desusado son;
Y en medio de la Francia, magnífico y vibrante,
Su espíritu está lleno de aurora y de visión.
Préféré par...
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