Preso en mis despropósitos me veo
y a punto de llegar a la locura,
por no poder libar de esa dulzura
de tu boca, mi más febril deseo.
Aunque fuera tan solo un paladeo
de su miel, para mí fuese ventura
y si de ella pudiese darme hartura
iba a pensar que el cielo ya bordeo.
Siendo para mí el máximo trofeo
que existe, por sobrada de hermosura,
me pondría a besar sin titubeo
esa ambrosía, que por ser tan pura,
diré muy convencido y sin rodeo
que el súmmum sobrepasa con holgura.