Si juntamos placer, amor, respeto,
además del deseo de estar juntos,
aquello que sentimos, de obsoleto
no habrá ningún vestigio ni barruntos.
Viviendo sin complejos ni recodos
y abriéndose completo a la pareja,
usando la franqueza y buenos modos,
la duda que llegó, muere o se aleja.
Lo mejor en la sana convivencia
es llenarla en consenso de armonía,
procurando que tenga pervivencia,
lejos de parecer la flor de un día.
Inventarse placeres y su práctica,
para aunar en amor, la mejor táctica.