El buen amor recíproco ha de ser
como también prolífico y meloso,
en nobleza ampliamente generoso
y amigo inseparable del placer.
Vive el hoy, no el futuro ni el ayer
y puede presumir de respetuoso,
aunque en caricias es avaricioso
si a las pasiones tiene que encender.
Tiene un justo sentido del deber
y acude a los problemas presuroso
con el ánimo presto a resolver
cuanto sea preciso y sale airoso,
porque es sereno y a la par fogoso
y todo lo que sea menester.