El fin del mundo no se encuentra lejos
y no puede evitarse por desgracia,
pues al hombre le sobra ineficacia
y al tiempo está carente de reflejos.
Hacia atrás corre como los cangrejos,
haciéndolo además con pertinacia
y ayuno en demasía en perspicacia,
no observa que sus males son añejos.
Cuando no una catástrofe, es la guerra
o la gran ambición tan extendida
de conseguir riqueza a toda costa
hundiendo los pilares de la tierra,
va a acabar para siempre con la vida
del planeta cual plaga de langosta.
No digo yo que aposta,
pero si no es así, me da lo mismo
y si algo falta, queda el terrorismo.