Lo observo de lejos,
mira a ambos lados,
como midiendo el viento
cual ave dispuesta a volar.
Parado en el borde
baja la mirada, se asoma
midiendo el abismo,
da un paso al frente.
Inicia su marcha.
En la mitad se detiene
siente como ráfagas
de laser atrás y adelante,
de izquierda a derecha,
de diestra a siniestra.
Cuando todo se calma
retorna su camino
con su paso de siglo promediado,
de repente al igual
que un garrochista olímpico
busca un punto de apoyo
y se trepa al podio.
No ganó medalla alguna
solo cruzó la avenida.